Nueva España

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Veracruz en 1615 según el holandés Adrian Boot. Ciudad construida de madera. En el mar se ven las argollas para amarrar los barcos, inicio de la fortaleza de S Juan de Ulúa.

Cuando en Abril de 1520, en la Villa Rica de la Vera Cruz, el capitán Gonzalo de Sandoval del ejército de Hernán Cortés, le dijo a fray Guevara, emisario de Narváez: “Andad con Dios a México que allí está Cortés, que es Capitán General y Justicia Mayor de esta Nueva España y os responderá”, fue  la primera ocasión en que se empleaba tal expresión en los nuevos territorios, si bien se volvió corriente en los meses siguientes, por decisión de Cortés. Nueva España y no Nueva Castilla, ya que los reinos de Aragón y de Castilla se habían unido y lo que fuera una expresión geográfica ya podría emplearse. Al menos lo harían los españoles en tierras extranjeras.

Según Prescott, Juan de Grijalva y su expedición ya habían denominado Nueva España a la región por ellos descubierta del Yucatán en 1518.

Cortés en su segunda Carta de Relación, fechada el 30 de octubre de 1520, usaba la denominación de Nueva España para designar a los territorios en los que se encontraba antes de la caída definitiva de México-Tenochtitlan, y pedía a Carlos I que esas tierras que comprendían Veracruz, Oaxaca, Puebla, México y Yucatán se llamaran así. «Por lo que yo he visto y comprendido cerca de la similitud que toda esta tierra tiene a España, así en la fertilidad como en la grandeza y fríos que en ella hace, y en otras muchas cosas que la equiparan a ella, me pareció que el más conveniente nombre para esta dicha tierra era llamarse la Nueva España del mar Océano; y así, en nombre de vuestra majestad se le puso aqueste nombre. Humildemente suplico a vuestra alteza lo tenga por bien y mande que se nombre así»

Desde que el 8 de noviembre de 1519, Cortés entrara pacíficamente en México-Tenochtitlan, hasta el desdichado día de 16 de Mayo de 1520, en que un nervioso Pedro de Alvarado, instigado por los tlaxcaltecas, encendiera la mecha de la guerra, los méxicas y los españoles habían convivido en paz. Es cierto que durante esos 7 meses Moctezuma había sido rehén de Cortés, pero ello no le impidió seguir gobernando a su pueblo. También tuvo una influencia negativa en el desgraciado acontecimiento, la llegada de Pánfilo de Narváez a Cempoala, al requerir a Cortés y al grueso de su ejército abandonar Tenochtitlan y acudir a la costa, dejando en la ciudad a Pedro de Alvarado con solo 100 de sus hombres y los tlaxcaltecas. La desgraciada guerra duró un año y tres meses y finalizó el 13 de agosto de 1521, con la rendición de Tenochtitlan.

Pirámide-maya. Chichen Itza

Para Cortés y la mayor parte de los conquistadores, la conquista no era solo guerra y destrucción, sino una maniobra política que debía procurar la supervivencia de los elementos fundamentales de la realidad prehispánica. Se podía conquistar mediante alianzas o guerra, pero lo mas conveniente era conquistar sin destruir, única forma de conquistar verdaderamente. Los estudios más recientes explican el pasado de dominio español en el contexto de su tiempo, mostrando la complejidad y la variedad de lo ocurrido durante sus 300 años.

Consumada la caída del Imperio méxica, los españoles se enfrentaban a la inmensidad de sus nuevos dominios que desde entonces quedaron bajo el mando de  Hernán Cortés, a quien el emperador Carlos V nombró Gobernador, Adelantado y Capitán General. Cortés puso manos a la obra para organizar un nuevo país que se desarrolló con las continuas exploraciones, pacificaciones, y conquistas de más y más pueblos, tierras y señoríos (Altepetl) indígenas. Para todos los rumbos partieron expediciones integradas por los antiguos capitanes y los nuevos aventureros procedentes principalmente de las islas antillanas y de España misma.

Las noticias fabulosas, sobre las nuevas conquistas y riquezas en el continente americano, corrieron como la pólvora y estimularon oleadas sucesivas de españoles que acudieron a «conquistar» y poblar el «Nuevo Mundo» y la Nueva España. Estos nuevos pobladores procedían sobre todo en una primera etapa, de las regiones españolas de Andalucía (29%), Castilla (28%) y Extremadura (18%). Eran generalmente jóvenes y en su mayoría varones solteros. Entre 1509 y 1538, las mujeres suponían el 10%. Muchos de ellos eran analfabetos que apenas sabían firmar su nombre, campesinos arruinados, deudores y marginados. Muy pocos «caballeros» o «hijosdalgo»; más bien eran criados y allegados de las casas castellanas.

De acuerdo con la real cédula del 22 de octubre de 1523, Nueva España nunca fue considerada una colonia, sino un Reino federado a la Corona de Castilla, como también lo eran Nápoles y Sicilia respecto de la Corona de Aragón. En los años de gobierno de Cortés en los que se consolidó y extendió la conquista, también se iniciaron las primeras expediciones geográficas y geológicas del territorio, se fundaron nuevos pueblos y se exploraron las costas y los ríos. Cortés gestionó la venida de los primeros misioneros para que evangelizaran y civilizaran a los nativos; son famosos los 12 franciscanos que llegaron encabezados por Fray Martín de Valencia.

Hernán Cortés ordenó la demolición de ima_curiel01_05México-Tenochtitlan y la edificación de la nueva capital sobre sus restos, disponiendo al alarife Alonso de Estrada el trazado al estilo español. Los españoles hicieron de la Ciudad de México la capital de Nueva España, dependiendo de ella todos los señoríos aliados o sometidos. La primera sociedad novohispana se constituyó en torno al círculo de capitanes de la expedición, con Hernán Cortés como Capitán General de todos los territorios. El sistema económico occidental fue implantándose gradualmente, incluyendo prácticas agrícolas, comerciales y financieras, si bien muchas estructuras indígenas continuaron prácticamente intactas como la movilidad de las mercancías, las estructuras de tributación y muchos poderes locales.

Nueva España nació reproduciendo el sistema mexica de la Triple Alianza, tanto en su organización administrativa como en su estructura funcional. Su gobierno empezó a operar sobre los fundamentos de lo que podría llamarse una convivencia pactada.

Bien pronto, la agricultura y la economía prehispánicas se enriquecieron con plantas, animales y tecnología de Europa, África y Asia. Además de maíz, frijol, calabaza, chile, maguey, tomate, cacao y frutas como el zapote y el mamey, todos ellos americanos, llegaron a Nueva España trigo, arroz, mijo, la vid, el olivo, los cítricos y la caña de azúcar, así como gallinas, burros, caballos, bueyes, vacas, puercos, chivos y borregos. También llegó la rueda, el arado, la azada y el sistema árabe de riego. m,ejicoEl trigo se extendió por El Bajío y otras regiones, y el territorio se vio cubierto de ganado mayor y menor. Desde el siglo XVI la hacienda surgió como unidad productiva derivada de las mercedes o concesiones reales de tierras, montes y aguas. Existieron haciendas cerealeras, ganaderas, pulqueras, de beneficio minero (donde se procesaba y separaba el metal) y de caña de azúcar o «ingenios». En todas ellas vivían parte de los trabajadores del campo. Durante esa época se originaron costumbres y tradiciones rurales como la charrería, el jaripeo y el rodeo.

Los conflictos generados en torno del gobierno de Hernán Cortés, convencieron al monarca de que era necesario establecer un nuevo gobierno en la Nueva España. En 1528 designó la primera Audiencia con un equipo de cinco hombres, que provocó mas problemas que beneficios. Estaban presididos por Nuño Beltrán de Guzmán, de ingrata memoria, por tantas quejas e injusticias que se cometieron contra toda la población.

Se nombró entonces una segunda Audiencia destituyendo a la anterior; el 9 de enero de 1531 entró en la Ciudad de México, bajo la Presidencia del Obispo de Santo Domingo, Sebastián Ramírez de Fuenleal  y teniendo como oidor al abogado Vasco de Quiroga, que representó una mejora en el gobierno del territorio.politicospanishnew

Finalmente el rey Carlos I decidió nombrar un representante directo de la monarquía, creando el virreinato el 8 de marzo de 1535 y nombrando a Antonio de Mendoza, miembro de una de las familias más aristocráticas de España, como primer Virrey de Nueva España (El otro Yo del Rey). La capital del virreinato fue la Ciudad de México establecida sobre la antigua Tenochtitlan. Y este fue el sistema de gobierno definitivo durante casi trescientos años hasta la Independencia de México y de los países comprendidos en sus límites.

En sus nuevas exploraciones y conquistas, los españoles sometieron a los zapotecos, mixtecos, purépechas, chinantecos, zapotecos, popolacas y mayas. La frontera de Nueva España en el sur llegó hasta la península de Yucatán y los actuales estados de Campeche y Tabasco, aunque su jurisdicción también abarcó la Capitanía General de Guatemala, incluyendo la mayor parte del Soconusco y Chiapas. Durante el siglo XVI, el avance hacia el norte se extendió hasta la provincia de Nuevo México. Se fundaron entonces numerosos pueblos y haciendas habitadas por españoles peninsulares y novohispanos, indígenas y castas. Desde el siglo XVII, misioneros jesuitas como Eusebio Kino y Juan María de Salvatierra evangelizaron Sonora y la península de California.

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Santa Prisca en Taxco. Construcción en 1758

La extracción de la plata fue fundamental en Nueva España, Reino que en el siglo XVIII llegaría a convertirse en el primer productor del mundo. En 1528 se fundó Taxco, donde se explotó la primera mina americana con técnicas europeas. En 1546 y 1554 se descubrieron los grandes yacimientos de Zacatecas y Guanajuato respectivamente, donde se fundaron ciudades. Muy pronto florecieron las ciudades mineras del norte, que se enlazaron con las haciendas y poblados comerciales a través del Camino Real de Tierra Adentro. La plata novohispana circuló por todo el orbe, y fue muy apreciada en Asia tanto como materia prima para la manufactura de objetos de lujo como en forma de monedas acuñadas en México.

Las sociedades mesoamericanas tenían estructuras de autoridadcaminoreal muy verticales, seguían normas de conducta estrictas y la gente ordinaria trabajaba, tributaba, obedecía y guerreaba. Los indígenas, mayoritarios siempre en la sociedad, tras reconocido el vasallaje español o sometidos por la vía militar, fueron reunidos en pueblos o repúblicas de indios, que fueron constituidos a la usanza occidental en poblaciones importantes y dejando en los mismos a sus  gobernadores nativos, procedentes de la nobleza.

La organización política dividía el Virreinato en Reinos y Capitanías Generales. Los llamados Reinos fueron:

Las Capitanías Generales fueron:

  • Capitanía General de Guatemala (1542)
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Palacio de los Capitanes Generales en Santiago de los Caballeros, Guatemala
  • Capitanía General de Yucatán (1565). Gobernación y área administrativa perteneciente a Castilla, bajo la dependencia directa del rey para asuntos militares y de gobierno. No contaba con Audiencia Real, y debía acudir a la de México en el Virreinato de Nueva España para los asuntos jurídicos. Comprendía los actuales territorios mexicanos de CampecheQuintana, RooTabasco y Yucatán, y nominalmente los territorios del norte del Petén y el actual Belice.
  • Capitanía General de  Filipinas (1574)
  • Capitanía General de Cuba (1607/1704); Puerto Rico y Santo Domingo.

Estas subdivisiones territoriales tenían un gobernador y capitán general (que en la Nueva España era el propio virrey, el cual añadía este título a sus otras dignidades). En Guatemala, Santo Domingo y Nueva Galicia estos funcionarios eran llamados presidentes gobernadores, dado que encabezaban Reales Audiencias. Por esta razón estas Audiencias eran consideradas como «pretoriales«.

Existieron en la Nueva España dos señoríos. El más importante fue el Marquesado del Valle de Oaxaca, propiedad de Hernán Cortés y sus descendientes. El Marquesado incluía un conjunto de vastos territorios donde los marqueses tenían jurisdicción civil y criminal, y derecho a conceder tierras, aguas y bosques. Dentro del Marquesado se hallaban sus principales posesiones (estancias de ganado, labores agrícolas, ingenios azucareros, batanes y astilleros). El otro fue el ducado de Atlixco, otorgado en 1706 a José Sarmiento de Valladares, ex Virrey de Nueva España y casado con la condesa de Moctezuma, con jurisdicción civil y criminal sobre Atlixco, Tepeaca, Guachinango, Ixtepeji y Tula.

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http://sinaloamx.com/nueva-espana-1716-mapa/

En la segunda mitad del siglo XVI, el virreinato de Nueva España empeñado en la consolidación de sus fronteras y la búsqueda de recursos mineros y agropecuarios, puso las bases para su futuro liderazgo. En efecto, tras un siglo XVII caracterizado por altibajos económicos que afectaron tanto a la metrópoli como a sus territorios americanos, Nueva España se convirtió, a partir de las primeras décadas del siglo XVIII, en la unidad política hegemónica de ultramar, superando al virreinato del Perú.

Desde mediados del siglo XVII, muchos hombres y mujeres cultos de Nueva España estudiaron y difundieron las ideas sobre la singularidad del Nuevo Mundo. Sobre sus raíces y las características de su tierra, de las propiedades de plantas y animales, de la armonía de los astros y  la influencia de sus cielos. Se sintieron privilegiados y fue en ese periodo cuando los criollos (es decir, todos los nacidos y formados en América, sin importar su origen social o racial), idearon una historia propia. Exaltaron a la Virgen de Guadalupe, defendieron las ventajas naturales del ser americano y rechazaron la idea de superioridad europea. Fueron las primeras manifestaciones de la conciencia criolla y el esbozo de una idea de Patria. Suyos eran el pasado indígena y mestizo y el presente cristiano, y así lo plasmaron en versos, crónicas y pinturas. La vida intelectual novohispana fue intensa: artistas y científicos se consagraron a la creación plástica, a la especulación filosófica, a satisfacer la curiosidad que les ofrecía el espectáculo del mundo. No temieron a debatir sus ideas: los espíritus más modernos confrontaron a los más tradicionales en temas como geografía, cartografía, astronomía, matemáticas y ciencias naturales.

Nueva España en su máxima extensión abarcó los territorios españoles en Norteamérica, Centroamérica, Caribe (incluido Venezuela en algún momento) y Asia. Los límites del virreinato llegaron a abarcar, por el sur, toda la América Central (Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras y Costa Rica), salvo la Gobernación de Castilla de Oro con la estratégica ciudad de Panamá. Por el este, incluyó image9_4al golfo de México y al mar de las Antillas aunque no siempre el territorio isleño compuesto por las pequeñas y grandes Antillas (Cuba, La Española, Jamaica y Puerto Rico) formó parte del Virreinato, constituyendo gobernaciones independientes.

Al norte, la frontera del virreinato fue avanzando gradualmente, a medida que las huestes españolas doblegaban la resistencia que oponían los temidos pueblos chichimecas.

La conquista y poblamiento de Nuevo Santander, actual Tamaulipas, tuvo lugar a partir de 1748. En el último tercio del siglo XVIII se efectuaron expediciones que ampliaron la geografía de Nueva España, y que permitieron fundar pueblos como San Diego, Santa María de los Ángeles y San Francisco en la Nueva o Alta California (1769-1776).

Su jurisdicción incluyó finalmente, gran parte de la zona occidental de los actuales Estados de California, Texas, Nuevo México, Arizona, Utah, Nevada y parte de Colorado, pertenecientes a Estados Unidos desde 1848. Hacia el oeste Nueva España limitaba con el Océano Pacífico hasta que se le agregó la administración de las Islas Filipinas, conquistadas en 1564 por la expedición de López de Legazpi.

Datos tomados de la Historia social y económica de España y América dirigida por J. Vicens-Vives

La población del Virreinato sufrió altibajos a lo largo de todo este período, siendo muy difícil determinar con exactitud su número. Diversos investigadores de la demografía americana han publicado cifras muy distintas de población, debido a la escasez y poca fiabilidad en los censos y las fuentes sobre población regional americana. El cuadro adjunto, es uno de los más completos para captar las principales tendencias demográficas de la época.

A lo largo de tres siglos se moldearon las bases de un nuevo pueblo, el del México actual. A la mezcla de diversas etnias, tradiciones culturales, lenguas y grados de civilización, se sumó la difusión del idioma castellano y la religión católica. Durante ese periodo también se perfiló el territorio  mexicano, se originó la mayor parte de las instituciones políticas, las estructuras económicas y las tradiciones y costumbres, así como el arte y la literatura de lo que hoy es México como nación. quebradorasLos elementos indígenas, europeos, asiáticos y africanos se mezclaron para dar vida a un nuevo pueblo multicultural y multiétnico.

Al iniciarse el siglo XVIII, con la llegada al trono español de los Borbones, de origen francés, Nueva España recibió un trato político distinto: ahora se le veía como colonia, mera factoría y mercado para la metrópoli; se le llamó «segunda conquista». Entonces los novohispanos le recordaron al monarca su naturaleza de reino, sus fueros y privilegios. Basándose en estos derechos, hacia el final del periodo virreinal (1808) se negaron a reconocer las abdicaciones de Carlos IV y Fernando VII, y el advenimiento al trono de José Bonaparte, hermano de Napoleón.

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Catedral del Zócalo

Tan importante como la conquista militar, tecnológica o artística, fue la evangelización, también llamada «conquista espiritual». Esta labor fue realizada en los primeros años por religiosos pertenecientes a las órdenes franciscana, dominica y agustina, y más tarde por los jesuitas y el clero diocesano. Con el fin de hacer más atractiva la nueva fe para los indígenas, las ceremonias religiosas se acompañaban de música, danzas, cantos, flores, velas e incienso. También se escenificaban autos sacramentales o pequeñas piezas teatrales para explicar la doctrina cristiana. Los religiosos utilizaron a los niños de la nobleza indígena, previamente educados en los conventos y colegios, como catequistas y, más tarde, algunos de ellos continuaron propagando la fe cristiana al transformarse en gobernadores y jueces de los pueblos de indios. Escribieron obras fundamentales en las múltiples lenguas nativas y no pocas veces defendieron a los nativos de los abusos de encomenderos, corregidores, terratenientes, mineros, y de sus propios caciques.resized_image2_6b9cfed3799dafce61a656a2e92906a5

Las islas Filipinas,  las Marianas y las Palau en Micronesia, fueron consideradas dependientes del virreinato novohispano; su evangelización corrió a cargo de jesuitas, franciscanos y agustinos. En 1668 llegó a las Marianas el padre jesuita Diego Luis de Sanvitores, quien fundó una misión y escribió la primera gramática de la lengua malayo-polinésica.

Entre 1682 y 1733 en América, se crearon colegios para preparar catequistas que reforzaran las misiones franciscanas del norte del virreinato. Fray Antonio Margil de Jesús fundó colegios en Guatemala y Zacatecas y misiones en Texas. El franciscano fray Junípero Serra estableció, durante la segunda mitad del siglo XVIII, las misiones en la Sierra Gorda de Querétaro y en la Alta California. Nueva España fue además un centro de difusión religiosa y cultural.

En 1804, había en Ciudad de México 107 pulperías o tiendas de abarrotes (los establecimientos de venta quedaban “abarrotados” de víveres y otros productos tras la llegada de un buque al puerto procedente de España o de otros lugares ultramarinos), que vendían vinos de Castilla, La Rioja y Málaga; vinagre castellano, aceitunas de Sevilla, canela de Ceilán, cacao de Caracas, clavo de Filipinas, así como botones, velas, paños finos, terciopelos y sedas europeas y asiáticas. Del Extremo Oriente procedían los muebles y cajas de laca, porcelanas y marfiles; gran demanda tuvieron las chaquiras y lentejuelas, abanicos de seda con varillas de plata, oro, marfil, carey o madera, los mantones de Manila y los paliacates de algodón. Nueva España exportaba tanto a Asia como a Europa y a otros dominios americanos plata en barras, en moneda y en piezas de orfebrería; grana cochinilla, añil y palo de Campeche para el teñido de telas; carey y perlas de la Baja California; objetos de hierro forjado, cerámica de Puebla, Guanajuato y Nueva Galicia; textiles de algodón y lana, chocolate, vainilla y recipientes de vidrio. De África procedía la mayor parte de los esclavos traídos a Nueva España durante tres siglos: unos 250 mil en total. En aquellos años los esclavos eran considerados y tratados como mercancías.

La modernización política y económica de Nueva España intendenciasnuevaespañaque se inició durante el reinado de Carlos III (1759-1788), fue paradójicamente el principio de su desencuentro con la metrópoli. Entre las medidas más importantes, la creación del ejército novohispano (1764-65), mediante el envío de tropas y oficiales españoles para el adiestramiento de los soldados locales y la división del virreinato en doce Intendencias (1786) y dos Comandancias Generales  para las Provincias Internas de Oriente y Occidente, con el fin de disminuir el poder de los virreyes y de los ayuntamientos. 

Los personajes que pusieron mayor empeño en concretar estos cambios fueron el visitador general José de Gálvez, y virreyes como Carlos Francisco de Croix, Antonio María de Bucareli y el segundo conde de Revillagigedo. Para favorecer la explotación de los yacimientos mineros y el beneficio de los metales se emitieron las Reales ordenanzas de minas, que propiciaron la fundación del Real Seminario y de la Escuela de Minería. De gran importancia fueron las leyes destinadas a permitir el libre comercio entre las distintas provincias y reinos de América y con otras naciones europeas. Además se dispuso el fin del monopolio que mantenía el Galeón de Manila en el comercio con Oriente, y se inició la apertura al «comercio neutral», es decir, con países como Dinamarca, Suecia y Estados Unidos (1797).

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Nueva España en 1808

Esas y otras medidas causaron un cierto descontento, como la secularización de las parroquias (1753), mediante la cual los frailes (clero regular) fueron sustituidos por sacerdotes del clero, la expulsión de los jesuitas (1767), la creación de estancos o monopolios estatales del tabaco, la nieve, el papel y los naipes. El establecimiento de las Intendencias, disminuyó el poder de los ayuntamientos dirigidos en su mayoría por criollos. La aplicación de la Real Cédula de Consolidación de Vales Reales (1805-1809), permitió a la Corona cobrar las deudas contraídas por los particulares con la Iglesia, que prestaba dinero a artesanos, agricultores, mineros, cofradías, comunidades indígenas y otros, con un interés de cinco o seis por ciento anual. La Corona exigió la inmediata liquidación de los préstamos y amenazó con incautar y rematar las propiedades de quienes no pagaran sus adeudos. Llovieron las quejas y nació así una conciencia ciudadana que a partir de entonces no callaría ni obedecería decretos considerados como «irracionales».

Desde principios del siglo XIX el virreinato cayó en crisis, agravada por la Guerra de la Independencia española, y como consecuencia,  la crisis política de 1808, que acabó con el gobierno del virrey y dio pie a la Conjura de Valladolid y la conspiración de Querétaro. Esta última fue el antecedente directo de la guerra de Independencia mexicana, la que, al concluir en 1821, desintegró definitivamente el virreinato y dio paso al Imperio Mexicano, en el que finalmente se coronaría Agustín de Iturbide.

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Fuentes consultadas:

 

Virreinatos y fronteras americanas.
https://es.wikipedia.org/wiki/Virreinato_de_Nueva_España
http://www7.uc.cl/sw_educ/historia/america/html/
http://www.mitos-mexicanos.com/mexico-historial/el-reino-de-la-nueva-espana
http://www.paratodomexico.com/historia-de-mexico/la-colonia/expansion-territorial/reino-de-nueva-espana.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Virreinato_de_Nueva_España
El virreinato de Nueva España | La guía de Historia 
Imperio contra Imperio.
La conquista de México. Hugh Thomas
Gran Historia de Mexico ilustrada. Bernardo García Martinez. 2006.
 http://www7.uc.cl/sw_educ/historia/america/index.html