Hernan Cortés en Tlaxcala

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volcán Popocatepetl desde San Damian Texoloc en Tlaxcala. Fotografía de J.Guadalupe Pérez

La expedición de Hernán Cortés había salido de Cuba el 18 de  febrero de 1519 y hecho escalas en Cozumel (febrero), Tabasco (marzo) y Cempoala (junio). Tras unas semanas de preparativos, partieron de Cempoala el 8 de Agosto hacia Tenochtitlan. Su primer objetivo era llegar a Tlaxcala y conseguir una nueva alianza como la que ya tenían con los campoaltecas. Habían dejado a Juan Escalante con 150 hombres en la Villa Rica de la Veracruz con el compromiso de los señores de Cempoallan y Quiahuiztlan de suministrarles alimento.

La expedición estaba compuesta por 300 soldados de infanterí­a, 150 indios cubanos y 800 totonacas. Llevaba 15 caballos y numerosos perros. Figuraban también en la expedición, muchos comerciantes, guías y «embajadores» mexicas. Iban a recorrer unos 400 km de terreno montañoso (hasta 4.000 metros de altitud), con frí­o y viento cuando ya se habían acostumbrados al calor y la humedad del Caribe,  y supondrí­a un esfuerzo de unos tres meses salpicados de batallas y muchos, muchí­simos problemas que tuvieron que ir solventando como pudieron.ruta de cortes

Todo fue bien al principio, entraron en distintos poblados, unos libres y otros sometidos a la autoridad de Moctezuma II, pero en general el ejército fue bien acogido, por lo menos con corrección, dándoles alojamiento temporal y algo de alimento. El 17 de agosto llegaron a Jalapa, luego pasaron por Xicochimalco e Ixguacan. El 24 llegaron a Zautla, donde el cacique tributario de los mexicas, Olintecle, les di una calurosa bienvenida, proporcionándoles alojamiento y víveres. Este cacique tenía 30 esposas y 100 criadas.

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Pero los problemas serios comenzaron al llegar a la frontera del estado de Tlaxcala, un duro pueblo guerrero que no se habí­a dejado dominar por los mexicas, a pesar de estar rodeados por otros territorios sojuzgados por el emperador Moctezuma II.

Tlaxcala no era un pueblo tributario del imperio azteca, era una confederación de varios señoríos que luchaban unidos para defenderse de los ataques de los mexicas. Los señoríos de Tlaxcala eran Tizatlán, Ocotelulco, Tepetícpac y Quiahuixtlan. En ese año de 1519 los señores más influyentes eran Maxixcatzin, de Ocotelulco, y Xicoténcatl el viejo, de Tizatlan. La población de la confederación era de unas 150.000 personas aproximadamente.

Según Moctezuma II, los mexicas nunca sometieron a Tlaxcala para que sus guerreros jóvenes tuvieran un enemigo cercano con el cual combatir. Los tlaxcaltecas vivían en continuo estado de guerra y con ciertas privaciones, su territorio estaba rodeado por los aliados o tributarios de los méxicas y no usaban productos como la sal o el algodón, pues les estaba prohibido por los méxicas comerciar con otros pueblos.

Cuando los españoles iniciaron el ascenso de la costa hacia el altiplano central, habían decidido (a propuesta de sus primeros aliados, los cempoaltecas), pasar por territorio tlaxcalteca para tratar de concertar una alianza en contra de los mexicas. Cuando a final de agosto llegaron con su ejército al territorio de Tlaxcala, contaban ya con una importante experiencia en enfrentamientos y alianzas con otros pueblos indígenas, concretamente con aquellos que habitaban entre la costa del golfo y el valle tlaxcalteca.

En Zautla, Cortés había enviado unos mensajeros cempoaltecas con el encargo de comunicar a los señores de Tlaxcala su deseo de pasar en paz por sus tierras. Les escribió una carta y les envió un regalo (un sombrero de Flandes). Pasaron los días y los mensajeros no regresaban con la respuesta. La interpretación lógica era que Tlaxcala negaba la entrada a los españoles. A pesar de ello, Cortés decidió continuar, hizo una breve estancia en Iztaquimaxtitlan donde esperó la vuelta de los mensajeros, pero al no producirse, reanudó la marcha hacia el valle.

La propuesta de paz de Hernán Cortés debió resultar sospechosa a los tlaxcaltecas, pues era raro que un extranjero que se presentaba en son de paz y con una posible propuesta de alianza contra los mexicas estuviera acompañado precisamente por algunos de sus señores.

El 2 de septiembre de 1519 se produjo la primera batalla entre los guerreros tlaxcaltecas y las tropas españolas y sus aliados indígenas, mayoritariamente cempoaltecas; se conoce como la batalla de Tzompantzinco. A la altura del pequeño poblado de Tehuacingo se encontraron con un fuerte ejército de tlaxcaltecas formado y esperando a los de Cortés. Primero los tlaxcaltecas enviaron a un contingente otomí, al mando de Xicoténcatl el Joven, haciendo frente a los españoles. Fue una batalla breve, los nativos atacaron valientemente pero ante las primeras descargas de los cañones y los mosquetes españoles huyeron despavoridos. Posteriormente actuó la caballerí­a española que en veloz ataque llegó hasta los capitanes enemigos. Pero como por  la superficie del terreno los caballos de Cortés no podían desempeñarse bien, las fuerzas de Tlaxcala lograron dar muerte a dos caballos. Al parecer, Xicoténcatl deseaba demostrar que los caballos (los llamaban venados en su idioma) eran sólo animales domésticos, cosa que logró. Finalmente el ejercito de Tlaxcala se retiró.

Pero tan solo fue un paréntesis, porque tres dí­as después, el 5 de septiembre, tuvo un lugar un nuevo enfrentamiento muy similar: multitud de nativos que no tení­an ni idea de contra lo que se enfrentaban; el ejército español formado por cuadros de hombres bien juntos y la caballerí­a atacando a los principales del otro ejército. Aunque otra vez los tlaxcaltecas consiguieron atrapar un caballo que luego sacrificarían (junto con el sombrero de regalo), de nuevo quedaron descabezados dando por terminada la batalla con una nueva huida.

Después de varios días y algunas pequeñas batallas más, el ejército tlaxcalteca se encontraba diezmado, las pérdidas de vidas y de bienes y el número de poblaciones tomadas por el enemigo, parecía confirmar la idea de que éste era invencible. Los señores de Tlaxcala se sentían cada vez más presionados a tomar una decisión, aunque esto mismo los enfrentaba entre ellos. También en el ejercito español había críticas a lo que estaba pasando, al comprobar que su adversario era numeroso y tenaz. Según la crónica de Bernal Díaz, los españoles estaban exhaustos y desmoralizados; pasaban frío, tenía poca comida y varios estaban enfermos. Empezaban a preguntarse por el resultado de tanta batalla.

Entonces, Cortés decidió intentar un pacto con su aguerrido enemigo. Para ello, recurrió a un elemento especialmente sensible en el ánimo de los tlaxcaltecas; a cambio de la paz, les ofreció apoyo en contra de los mexicas, sus enemigos mortales. A esta oferta nada desdeñable se aunaba la versión, difundida entre los totonacas, de que los extranjeros recién llegados eran dioses y, por tanto, inmortales, versión que los españoles trataban de promocionar, escondiendo a sus escasos muertos. Si eran invencibles, no tenía sentido seguir luchando contra ellos, pues eso sólo acarrearía más desgracias. Sin embargo, esta visión sacralizadora no era aceptada por todos los señores importantes de Tlaxcala, que desconfiaban de cualquier oferta de paz y de alianza que hicieran los forasteros. Este era el caso de Xicohténcatl Axayacatzin, hijo del cacique de Tizatlán y a quien, para diferenciarlo de su padre, que poseía igual nombre, los historiadores denominaron el Joven; proponía continuar la lucha, pues veía posibilidades de vencer; por el otro lado, los caciques Maxicatzín, de Ocotelulco, y Xicohténcatl padre, de Tizatlán, se inclinaban a negociar con el enemigo para obtener la paz.

Al mismo tiempo que Cortés negociaba con los tlaxcaltecas, en un doble juego táctico hacía saber de su impresionante poder bélico a los emisarios de Moctezuma II, y trataba de engañarlos con la idea de que su ataque a los de Tlaxcala se debía a que eran enemigos de los mexicas. Cortés captó perfectamente que la clave de su victoria, no sólo sobre las tierras de Tlaxcala, sino también sobre la capital del imperio mexica estaba en aprovechar, y si era posible ahondar, la enemistad mexica-tlaxcalteca.

Finalmente por el lado tlaxcalteca se impuso la opción de hacer la paz, porque de lo contrario se corría el peligro de que los españoles se aliaran con los mexicas, en vez de hacerlo con los tlaxcaltecas, y de que el sometimiento de Tlaxcala bajo el poder tenochca, evitado durante mucho tiempo y a un alto precio, sobreviniera de manera irremediable.

Ante esta posibilidad y ante el fracaso de un último intento de ataque sorpresa nocturno por parte de los tlaxcaltecas, estos decidieron entablar conversaciones con Hernán Cortés. Los caciques de Tlaxcallan ofrecieron la paz a Cortés, y para demostrarle que su oferta era auténtica y que sus guerreros eran disciplinados, lo hicieron por embajada del propio Xicoténcatl Axayacatzin al campamento español, el hombre que más tenazmente los había combatido y por la que a Cortés se le invitó a entrar en una de las ciudades principales para ser recibido por los máximos dirigentes de la confederación tlaxcalteca. El hecho de que los españoles no hubieran tomado las cabeceras de los principales señoríos significaba que la derrota tlaxcalteca no había sido total, por lo que su rendición no debió ser incondicional. Ofrecieron a Cortés una alianza amistosa para vencer a los de Tenochtitlán, pero esperaban respeto por aquello por lo que sentían tanto orgullo: su libertad y su autonomía como nación. Con ello se sembraban los principios que regirían la futura relación entre la provincia de Tlaxcala y la Corona española.cortes-cuauthemoc

El 18 de septiembre Cortés y su expedición entraron en Tizatlán y se pactó la alianza. Los señores de Tlaxcala entregaron a algunas de sus hijas a Hernán Cortés, quien a su vez las entregó como esposas a sus principales capitanes; una manera de oficializar el mestizaje generado con la llegada de estos forasteros. El capitán Pedro de Alvarado casó con la hija de uno de los caciques más importantes, a la que bautizó con el nombre de doña Luisa con la que tuvo dos hijos, un varón y una hembra. Pero el pacto también incluyó el reconocimiento del rey de España como autoridad suprema de los tlaxcaltecas, y la aceptación del Dios cristiano como el único y verdadero.

El 23 de septiembre de 1519, veintiún días después de iniciados los combates, Cortés y sus tropas se asentaban victoriosos y de manera pacífica en el corazón de Tlaxcala. Su camino hacia la capital del imperio azteca quedaba allanado, y su dominio sobre él tenía ahora muchas posibilidades de realizarse. El sueño de los tlaxcaltecas estaba por hacerse realidad. Aunque el encuentro inicial entre los señoríos de Tlaxcallan y los españoles había sido violento, la alianza se estableció; es cierto que fue posible después de un desgaste de fuerzas y de una serie de negociaciones y presiones por ambas partes.

La ciudad de Tizatlán deslumbró a los españoles, allí estuvieron descansando tres semanas. Cortés envió dos emisarios para entrevistarse con Moctezuma II, Pedro de Alvarado y Bernardino Vázquez de Tapia. Hicieron el viaje a pie y recorrieron 90 km hasta Tezcoco donde los mexicas no les dejaron pasar.

Después de esto, el 12 de octubre,  Hernán Cortés y un numeroso contingente tlaxcalteca y totonaca, iniciaron el camino hacia Tenochtitlan, tomando dirección a Cholula, una ciudad sagrada aliada de los mexicas y que distaba 40 km de Tlaxcala. Pronto iba a ser puesta a prueba la alianza. La vecina Cholula, como enemiga perpetua de Tlaxcala y aliada de Tenochtitlan, debía ser sometida.

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Fuentes consultadas:

mejicanas.http://episodiosdemexico.blogspot.com.es/2011/01/la-relacion-entre-hernan-cortes-y.html

http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/estados/libros/tlaxcala/html/sec_9.html

http://www.historiadelnuevomundo.com/index.php/2011/05/la-conquista-de-mexico-el-camino-a-tenochtitlan-batallas-de-tlaxcala-y-cholula/

La conquista de México. Hugh Thomas:

http://www.casadellibro.com/libro-la-conquista-de-mexico/9788408073536/1138696

https://laamericaespanyola.wordpress.com/2015/06/14/imperio-contra-imperio/


11 respuestas a “Hernan Cortés en Tlaxcala

  1. Hola, Podría decirme cual es el autor del dibujo donde se muestra Cortés y Moctezuma. Sería provechoso colocar la leyenda de las fotos. Gracias

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    1. Estimada lectora:
      Desconozco el autor del dibujo en que se muestra a Cortés y a Moctezuma. He buscado en la red sin encontrar el título ni tampoco a su autor. Tiene usted toda la razón y coincido en su apreciación de colocar la leyenda en las fotos, pero ello no siempre es posible. Un muy cordial saludo.
      Javier

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  2. Hola señores de la America española, los felicito por su trabajo, y les comparto que la fotografía del templo de san Damian Texoloc con el fondo del volcán Popocatepetl, es de mi autoría, realmente fue una gran sorpresa hallar mi trabajo ilustrando un buen texto como el de ustedes. Es mucho pedir que coloquen el crédito respectivo? saludos

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    1. Estimado/a J.Guadalupe Pérez:
      Tiene usted toda la razón en cuanto a que no siempre figura el autor de la foto, pintura o mapa. Es algo en lo que hay que mejorar, aunque casi siempre es por causa de no verlo a primera vista.Le pido disculpas y le felicito por su magnífica foto, que desde este momento ya consta su crédito.
      Por otra parte recordarle que el autor de este blog es una sola persona, el mismo que le escribe, y que siente una enorme satisfacción por ser tan seguido por la gente de México. Muchas gracias por sus felicitaciones y un muy cordial saludo
      Javier García de Sola Arriaga

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  3. Hola, me ha encantado tu investigación, un excelente trabajo. Me gustaría ponerme en contacto contigo sobre un pequeño tema que me gustaría ayudarás a aclarar acerca de la comunicación entre Cortés y Xicohténcatl «el joven». Excelente tarde.

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